Dócima de los besos vacíos

No habían venido de Dios,
no eran santos e infinitos 
esos besos chiquititos 
para seguir siendo dos,
para arrastrarnos en pos 
del más imantado abismo 
que el credo y el ateísmo 
ubican en los más altos 
babeles de osados saltos 
cuando están en uno mismo...

¡Los besos del matrimonio 
de los cuernos del demonio!

Jesús María Bustelo Acevedo 

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